Mia o de nadie: Radiografía de la violencia de genero
Mía o de nadie.
Una radiografía de la violencia de genero.
Revista Kauzar no. 39
Más de veinte mujeres en España han sido asesinadas en pocos meses. El 63% más que en el mismo periodo del año pasado. Las denuncias por maltrato también aumentan.
Pero la mayoría de las víctimas sigue callando. ¿Por qué?
Del Imam Al-Baqir (P)
«Quien tome una mujer por esposa, que la honre, ya que la esposa de cada uno de vosotros es como una delicada muñeca, entonces, quien la haya tomado, que no la desatienda».
En demasiadas ocasiones, la mano que acaricia se convierte en puño que golpea. He oído decir que hay hombres que no creen maltratar a sus mujeres porque les pegan con la mano abierta. He oído decir que hay hombres que no creen maltratar a sus mujeres porque no les hacen sangrar.
No sangran después de una paliza brutal, no sangran y a los servicios de urgencias de los hospitales, a donde acuden mujeres que no sangran, van del brazo de sus maridos, con fracturas, magulladuras y hematomas por todo el cuerpo. Se ha caído por las escaleras, dice él e irónicamente, ella afirma con la cabeza. He oído también decir que muchas mujeres maltratadas disculpan a sus agresores, sosteniendo que les pegan porque las quieren, llegando el perdón y en nombre del amor, ellas perdonan y se lamen as heridas en silencio.
Y en ese lúgubre silencio esperan que el tiempo recomponga sus huesos partidos y les devuelva la ternura que conocieron en la mano que acarició sus sueños, ahora rotos; esperando siempre por un día, un día que son incapaces de recordar, el hombre que las amaba cambió y puede cambiar de nuevo, esperan, asomadas al abismo del amor, hasta que sus miradas se convierten en vértigo, y es ahí entonces cuando, las que tienen la fortuna de reconocerse en el horror, dan un paso hacia adelante y saltan.
He escuchado decir a José Saramago, “que el amor mata cuando muere y que empieza a matar cuando empieza a morir”.
¿Pero dónde están los límites? ¿Dónde se encuentra la línea entre el amor y su muerte? ¿Quién es capaz de señalar el punto exacto de esa fractura?
Cuánta desolación, cuántos deseos estamos dispuestos a soportar en nombre del amor, antes de reconocer que el amor ha muerto y más aún, que el amor nunca existió, o que duró lo que tarda en desaparecer la confusión de un deseo; amar y ser amados.
Ana Orantes, la mujer asesinada por su marido quince días después de aparecer en un programa de televisión, recibió la primera paliza en su noche de bodas. Yo he oído decir a su hija Raquel que ese señor, al que se niega a llamar padre, jamás amó a su madre. Ana Orantes, quizá ya en su noche de bodas, se enfrentó al abismo, pero tardó cuarenta años en dar el salto.
Palizas continuas, control exhaustivo, aislamiento total, sumisión, sucesivos embarazos, dependencia, y una larga lista de etcéteras. Once hijos tuvo Ana, murieron tres, los demás crecieron aprendiendo a conocer el infierno.
Asistieron en silencio a la destrucción de la autoestima de su madre y sufrieron en silencio sus palizas y las palizas propias también, así como el desprecio, todo ello en silencio, para no provocar la ira paterna, con la maleta a medio hacer por si su madre decidía huir y en silencio eran testigos de las continuas reconciliaciones, cuando él le pedía perdón y ella perdonaba.
En una ocasión, su marido amenazó a su hijo pequeño con un cuchillo. El propio juez le aconsejó que regresara con su marido: «Vuélvase usted, porque en cuarenta años que llevo en el juzgado, nunca había visto llorar a un hombre por una mujer como él llora» y Ana volvió.
Su hijo pequeño tenía siete años e intentó tirarse por una ventana. También él lloró ante el juez cuando supo que debía regresar con su padre y su hija Raquel se indigna: «Ese juez no tuvo sensibilidad de ver el sufrimiento de aquel niño ni el de aquella madre. Sólo fue capaz de ver las lágrimas de un hombre por una mujer».
Ana Orantes volvió a perdonar, con la esperanza de que él cambiara y de hecho, en las innumerables fases de luna de miel, él mostraba su cara amable y la calma regresaba al hogar, solo por un tiempo. Un tiempo cada vez más corto, para una calma aparente y frágil que se rompía siempre por un motivo que nadie podía comprender.
Dice su hija: «Él nunca se ha enfrentado con nadie fuera de casa, siempre guardaba las apariencias, es inteligente y amable, sólo agrede a los que siente suyos. Tiene un gran sentimiento de propiedad, fuera de casa se mostraba como una persona buena, pero es realmente mala».
RESIGNACIÓN
Las mujeres mayores que deciden separarse tienen absolutamente claro que les han robado la vida y la dignidad. Se acostumbraron a perdonar, asumiendo el rol que les fue asignado y el perdón se convirtió en un trámite para la resignación, aunque en el fondo desearan la muerte, la suya o la de su compañero.
Basta, gritan las mujeres en el instante en el que pierden el miedo al abismo. Y en ese momento se enfrentan al vértigo, deshacen el bucle cerrado que tejen los hombres imposibles y dan el salto. Basta. Se acabaron los límites, se acabó el buscar la razón de los golpes, se acabó el sentimiento de culpa.
MÍA O DE NADIE
Es el reafirmarse en la destrucción del otro. Muchas mujeres se separan cuando buscan un motivo para la última paliza y no lo encuentran. Y comprenden que no había ningún porqué; es entonces cuando cobra más furor el mía o de nadie, cuando el agresor siente que se le escapa la víctima.
Este tipo de hombres son expertos manipuladores emocionales y siempre intentan justificarse diciendo que la víctima les ha provocado. Utilizan una estrategia perversa, un juego de argucias dirigidas a menoscabar la autoestima de la mujer en un proceso de aislamiento, para que nunca contraste el discurso del maltratador con los demás.
Los primeros malos tratos rompen en la mujer, el espacio de seguridad y confianza que debía encontrar en la pareja y generan una pérdida de referentes.
Se inicia un proceso depresivo, hasta que al final la víctima se adapta y el único modelo que tiene es el del maltratador. Generalmente tiene ya muy mermadas las redes sociales y entra en una fase de indefensión y lo único que intenta es mantenerse con vida, ella y sus hijos.
Tenemos que entenderlo desde ese proceso, lento, perverso, estratégico, e inteligente. No hablamos de patologías, no están locos. Es una violencia organizada, estructurada, ideológica y selectiva que va mermando de forma devastadora la capacidad para distinguir, para reaccionar, para tomar decisiones.
LAS MUJERES QUE POR MIEDO OCULTAN O NIEGAN SUS MÁS PROFUNDOS SENTIMIENTOS SE ESTÁN MATANDO.
Datos sobre la violencia doméstica.
El análisis en profundidad del fenómeno de la Violencia Doméstica viene deparando a la Unión Europea desagradables sorpresas:
· Más de la mitad de portuguesas confiesan haber sido víctimas de golpes de su pareja.
· En España ha crecido un 29% las denuncias por malos tratos.
· En el Reino Unido muere una mujer cada tres días por agresión.
· En el Centro y Este de Europa no existen leyes que defiendan a la mujer.
· En Rusia mueren cada año 13.000 mujeres en manos de sus maridos. (35 cada día).
Compartir e la red social